Un general se propone cruzar una montaña. No cualquiera. La más peligrosa. Un cordón tan elevado que puede verse desde el espacio y tan intrincado que la belleza de su paisaje esconde muchas veces una trampa mortal para quien, sin preparación, se atreve a desafiarlo.
En 1817 San Martín realizó una proeza sin igual: El cruce de la cordillera de los andes. Con la finalidad de llevar la libertad a Chile y después a Perú ponía en práctica su plan más arriesgado. Fue un hito en la historia de América. Y en varias academias militares, aún hoy; se lo pone como ejemplo.
El desafío era conducir a un ejército de casi 5000 hombres por aquellos gélidos pasos cordilleranos para luego enfrentarse a las tropas reales. Durante los preparativos, el combate no era su principal preocupación y así lo confesaba en carta a su amigo Tomás Guido:
“Lo que no me deja dormir es no la oposición que puedan hacerme los enemigos, sino atravesar estos inmensos montes”.
Los detalles de su gesta cobran dimensión en el tiempo, ya que, sin los medios, ni recursos tecnológicos, y enfrentando a la naturaleza como un enemigo implacable, logró concretarse exitosamente, gracias a una suma de voluntades hábilmente conducidas en la táctica y la pericia de un líder brillante.
En los años 2007 y 2008 fui enviado por Cadena Tres Argentina para transmitir a lomo de mula junto a una expedición por el valle de los Patos, en San Juan, siguiendo el rumbo del ejército de los andes. Hasta ese momento San Martín, para mí, era sólo aquel prócer que había conocido en los libros del primario y secundario.
Las charlas que nos dieron historiadores civiles y militares durante la marcha, sumado a la emoción de pisar el mismo camino del libertador y sus hombres, me despertaron tal respeto a su figura, que me llamaron a investigar más sobre aquella hazaña.
Repasar desde la historia la estrategia del cruce, y revivir la experiencia personal de haber seguido sus pasos, siempre me devuelven a los libros que narran la vida de un hombre que respeto. Y vuelvo a leerlo. Y vuelvo a admirarlo.